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Sal, infartos y Estados rebeldes

¿Sabíais que morir de un infarto correlaciona con seguir una dieta baja en sal?

En efecto, así es. Pero correlación no implica causación. Si tienes problemas cardíacos, el médico te recetará una dieta baja en sal. Por eso, la gente que muere de un infarto suele haber tomado comidas sosas durante sus últimos años de vida. Murieron a pesar de la falta de sal, no a causa de ella.

Algo similar ocurre en política. Pongamos por ejemplo a Venezuela, desangrada con un gobierno rebelde. O Grecia, o Argentina. ¿Estaban sanas al llegar los rebeldes al gobierno? No, todas provenían de desastres mayúsculos, típicamente con fuerte intervención extranjera. Venezuela, por ejemplo, provenía del paquete del FMI causado por el desplome de precios del petróleo y que desembocó en el Caracazo, que causó miles de muertos. ¿Es eso casualidad? No, los rebeldes jamás llegan al poder en situaciones placenteras, sino durante las crisis que se escapan de las manos a la élite política. Estos gobiernos son la dieta baja en sal, y a veces salvan la vida al paciente. En esos casos no discutimos su eficiencia, sino que les atacamos por otros frentes. Si el paciente muere, en cambio, asumimos que la causa de la defunción es… falta de sal.

caracazo

Antes de Chávez, Venezuela era el paraíso.

La URSS se formó a causa de la derrota de Rusia en la Primera Guerra Mundial. China y Corea del Norte forjaron sus Estados sobre las cenizas que habían dejado los fascistas japoneses en 1945. Vietnam formó un gobierno rebelde en guerra con Francia y EEUU. Cuba, Angola, Burkina Faso, Chile, Yugoslavia, Etiopía, Haití… son países en los que un gobierno rebelde impuso la dieta sin sal en algún momento de su historia. En algunos casos, la enfermedad coronaria remitió. La URSS se industrializó, derrotó a los nazis y se convirtió en una superpotencia. China acabó con el hambre y despegó económicamente. En otros casos, como en Chile, el médico tuvo que ser asesinado.

¿Por qué llamo rebeldes a esos gobiernos, en lugar de socialistas o comunistas? Porque creo que es importante hilar fino con las palabras. Gobierno comunista es un oxímoron: un sistema comunista carece de Estado. Un gobierno socialista sí que puede existir, pero no estoy seguro de qué gobiernos son los que merecen esa calificación. La rebeldía a la que me refiero es hacia el sistema-mundo: gobiernos insumisos que no aceptan su lugar subordinado en la periferia mundial.

¿Cómo llegan al poder estos gobiernos rebeldes? Se trata siempre de países periféricos, con una población explotada y controlados por una élite corrupta que vive del control de la exportación de algunas materias primas. Cuando tiene lugar una crisis grave (derrota militar, caída de los precios de las exportaciones, etc.) la élite se fragmenta y pierde control sobre el país. Una nueva élite rebelde puede apoyarse en la desafección popular y conquistar el gobierno. Pero tener el gobierno no es tener el poder, sobre todo en países periféricos donde el Estado no tiene el monopolio de la violencia. A la toma del gobierno seguirá una lucha en todos los frentes: económico, militar e ideológico. La vieja élite se recompondrá en la derrota y, aliada a las potencias centrales, intentará expulsar a los intrusos.

Volvamos al ejemplo de Venezuela. El gobierno de Hugo Chávez no tuvo jamás el poder que tiene un Estado occidental sobre su territorio, como no lo tiene casi ningún Estado periférico. La vieja élite, apoyada por las potencias centrales, le declaró la guerra desde el comienzo, incluyendo cortes de suministros, violencia callejera, golpes de Estado y difusión de propaganda. El gobierno mantuvo las posiciones, pero jamás derrotó a la élite venezolana, que siguen siendo dueños del país. Venezuela ha mejorado el nivel de vida de la clase trabajadora, pero a costa de los réditos del petróleo, al igual que Brasil, Argentina y Ecuador. La estructura económica del país permaneció intacta, basada en la exportación, con una enorme desigualdad y fuertemente dependiente del exterior. Por tanto, la actual bajada del petróleo, inducida políticamente, les está causando un daño enorme.

En este caso, el paciente padecía de una gravísima enfermedad coronaria y la rebaja de sal no parece haber sido suficiente. Muchas personas se alegran de ver al enfermo agonizar, pero yo no.

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