Archivos Mensuales: agosto 2012

¿Escuelas para niños y escuelas para niñas?

La Historia funciona como un péndulo. Decenios de convencimiento de que las niñas y los niños tienen que educarse juntos, y los últimos años ven el avance de las posiciones segregacionistas. Están de vuelta. Pero, como siempre, con un matiz: ahora vienen disfrazadas con ropaje científico.

Un reciente artículo de la revista Science, titulado «The pseudoscience of sex-seggregated schooling» discute con profusión la evidencia astrológica pseudocientífica que apoya la segregación por sexos. Me encantó la descripción de las ideas de Leonard Sax, que explica que en el entorno escolar, «los chicos activan el sistema simpático, mientras que las chicas activan el parasimpático». Ambos sistemas, Mr. Sax, son complementarios en su uso. Es como decir que hay gente que conduce con el acelerador y gente que conduce con el freno. Pues no, oiga. Pero, de todas formas, estudiemos qué quería decir este señor con esas palabras. Pues, como siempre, se trata de nociones de sentido común tradicional, expresadas con palabras tomadas del griego. Según Mr. Sax, los niños se sienten motivados por los profesores dinámicos y agresivos («¡Vamos, Gutiérrez, dígame la respuesta, sé que usted la sabe!»), mientras que las niñas se sienten mejor en un ambiente más agradable («Vamos, Cristina, cariño, saca el cuaderno»). En 13 años de docencia y en largos años de experiencia con las mujeres es la primera vez que oigo a alguien decir, sin partirse el culo de la risa, que a las mujeres les disgusta que les den caña. Mrs. Sax debe ser una mujer muy desgraciada.

¿Hay estilos cognitivos diferentes, de niños y de niñas? Sí, claro que los hay. ¿Están biológicamente determinados? No lo creo. Daré mi razonamiento. Hace 100 años (no es tanto), era difícil creer que las mujeres pudieran estudiar matemáticas. Gente muy erudita explicaba a quien quisiera escucharles que el cerebro de la mujer estaba mal adaptado a una ciencia tan abstracta. Hoy en día, las facultades de ciencias matemáticas tienen muchas más alumnas que alumnos. Y pronto tendrán más profesoras que profesores. Pero hay mucha gente que opina que el proceso de adaptación ya terminó, y que las diferencias entre niños y niñas, a día de hoy, ya son meramente biológicas. A diferencia de las de hace un siglo, que no lo eran. ¿Por qué iba a ser así, cuando aún vemos los patrones evolucionar?

Una profesión que hemos visto feminizarse ante nuestros propios ojos ha sido la de médico. Cuando yo era niño (poco después de que Franco la espichara) era raro ver médicas (no sé ni quiero saber cómo dice la RAE que debo escribir esa palabra, ahorraros los comentarios). Hoy en día, comienza a ser infrecuente ver hombres. Y, al mismo tiempo, el prestigio de la profesión médica se ha ido reduciendo considerablemente. La sociedad aún contiene mil subterfugios machistas.

Una de las pocas profesiones masculinas de prestigio que quedan es la ingeniería. ¿Qué ocurrirá cuando las mujeres la asalten? «No ocurrirá», dicen algunos. ¿Por qué? Pues porque a las mujeres no les interesa la ingeniería. ¿Por qué? (insisto) Pues (me dicen) porque es demasiado abstracta. OK, claro. En cambio las matemáticas y la filosofía son la esencia de la concreción. Y entonces me replican: es que se ocupa de cosas demasiado prácticas. Claro, claro. Ahora a las mujeres lo práctico no les atrae, sólo lo abstracto. No te jiba. Este tipo de respuestas contradictorias son base en la comprensión que los hombres tienen de las mujeres. Dos frases que me encantan, y que puedes oír en la misma conversación: «Con las mujeres, ya se sabe» y «Con las mujeres, nunca se sabe».

Las diferencias de comportamiento entre hombres y mujeres tienen orígenes muy sutiles. Y es normal que sea así: han sido clave para el funcionamiento de la especie durante milenios sin ser biológicas. Por tanto, tienen que estar muy bien enraizadas en la cultura. Os pongo un ejemplo que me dio una profe de filosofía amiga mía. Una chica de 15 años tiene un disgusto grave en clase. Cualquier cosa: pelea con las amigas, una mala nota inesperada… La chica se echa a llorar en el aula. Sus amigas la arropan, el profesor la deja salir de clase para tranquilizarse. Un chico de 15 años tiene un disgusto grave en clase. La misma cosa: pelea con los amigos, una mala nota inesperada. Pero no puede echarse a llorar. ¿Qué hace? Se sienta al fondo de la clase, cabreado con el mundo, reconcentrado en sí mismo. El profesor le pide que salga a la pizarra, y le da una mala respuesta en la que encauza toda su frustración. El profesor, sin saber qué es lo que sucede, le pone un parte… o adopta el castigo que considere, comenzando quizá una mala relación que durará el resto del curso. ¿A que no era fácil de diagnosticar?

Volviendo a las escuelas segregadas, se nos dice que las niñas obtienen mejores notas en ciencias en ellas, debido a que no deben cumplir estereotipos sexuales. Quizás sea cierto, quizá no, pero no quiero que ésa sea la solución al problema. Primero, porque no será una solución real: quizá mejores las notas, pero empeoras netamente la adaptación social. Por ejemplo, está documentado que los hombres que se han educado en escuelas segregadas son más propensos al fracaso matrimonial (entre las mujeres no existe correlación significativa). La vida real es mixta, los hombres y las mujeres estamos mezclados. Afortunadamente. Y no quiero un mundo que no sea así, no me da la gana. No sé cuál debe ser el papel del sexo en nuestra sociedad. Reconozco que alterno mi visión. A veces pienso que sólo debería ser importante en la cama. A veces pienso que las diferencias sexuales son un motor importante de nuestra actividad. Vale. Pero, en cualquier caso, todos juntos, y dando a todos las mismas oportunidades.

Por último: ¿no os recuerda a la doctrina racista de EEUU: iguales pero separados?

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