Archivos Mensuales: junio 2011
La fontanería y la democracia
(una fábula)
El grifo de mi lavabo gotea. Gotea desde hace mucho, tanto que no estoy seguro de si hubo un tiempo en el que no lo hacía. En mi ciudad hay dos fontaneros, pero mi lavabo aún gotea. La razón, me dicen algunos, está relacionada con la normativa del gremio de fontanería. No lo sé, no entiendo mucho de estas cosas, así que se lo cuento a ustedes, por ver si me pueden echar una mano.
Verán. Cada cuatro años tengo la opción de contratar a uno de los dos fontaneros. Los dos me entregan un presupuesto, y yo elijo al que me promete un mejor servicio al mejor precio. El momento de la contratación es siempre festivo, pues es un símbolo de mi capacidad para elegir. El pago de los servicios se realiza siempre en el acto… pero el fontanero siempre demora el arreglo. Comienza diciéndome que las cañerías están más estropeadas de lo que creía, que la presión de los mercados sobre el precio del PVC está en aumento… Yo pago más y más, pero nada. Y cuando me cabreo y amenazo con demandarle, me dice de manera paternalista que no es así como funciona, que él no firmó ningún contrato, sólo un presupuesto tentativo. Y que siempre tengo la opción de contratar al otro fontanero, porque para eso vivimos en un país de fontanería libre.
De manera que me termino por cansar, y a los cuatro años, harto de engaños y triquiñuelas, elijo el presupuesto del otro fontanero. De nuevo, el momento es festivo, porque es una muestra de mi capacidad para elegir. Y siempre pago en el acto. Pero a las pocas semanas ocurre lo mismo: que si los mercados, que si el PVC y la roña de las cañerías.
No sólo es molesto el goteo del grifo, sino que estoy gastando una fortuna en bayetas para recoger el agua del sueño. Me cuentan algunos que los dos fontaneros son muy amigos entre sí y del vendedor de bayetas, pero me niego a escuchar una sugerencia tan turbia en torno a la honradez de los fontaneros de mi ciudad. Cuando se lo cuento a mis amigos, me suelen decir que debo estar contento de vivir en un sistema en el que puedo elegir mi fontanero, y no protestar demasiado, a ver si me fueran a quitar ese derecho. Me dicen siempre que el problema es con los fontaneros que hay hoy en día, que están muy apalancados, y que busque fontaneros más pequeños.
Pero tengo una vecinita muy pizpireta, que está acampada no-sé-dónde, y me ha dicho que el problema no es de los fontaneros mayoritarios, sino del sistema de las reglas del gremio de fontanería. Me dice cosas que no entiendo, que un presupuesto debería ser un contrato, que debería poder cambiar de fontanero sin esperar cuatro años, y sacar a la luz todos los negocios que tengan los fontaneros con los vendedores de bayetas.
¿Tiene algo de todo esto sentido para ustedes? ¿Me ayudarían a entenderlo?
Las chicas y el 15M
¿Qué hace al movimiento 15M diferente de los distintos movimientos de protesta recientes? Esta pregunta va a hacer correr ríos de tinta (metáfora venerable, en el futuro diremos quizás ríos de bits)… Yo destacaría, sin lugar a dudas, dos cosas. Internet, y la feminización de la protesta.
¿Qué puedo deciros? Simplemente, que es genial, es lo mejor que nos podría pasar. Las chicas han tomado al asalto las acampadas y asambleas. Siempre ha habido mujeres en los movimientos de protesta (Olimpia de Gouges, Alexandra Kollontai…), e incluso muchas mujeres (mayo del 68), pero el patrón era siempre masculino. Las manifestaciones de Seattle a Génova ya habían hecho un viraje en esta línea, pero es en el 15M donde resulta más obvio.
Cualquiera que haya ido por las acampadas, asambleas, manifestaciones, lo ha visto. Un sistema organizativo que funciona, que cuida de las personas con dificultades (p.ej.: las intervenciones de las asambleas traducidas a la lengua de signos). ¿Más muestra? Una que me gusta mucho: El País, 5 de junio, dos pretenciosos sesentayocheros fans de Jorge Manrique (cualquier tiempo pasado fue mejor) se preguntaban entre escandalizados, condescendientes y divertidos dónde se ha visto una revolución con guarderías. Pues dónde va a ser, pardiez, en una revolución con mujeres.
Por eso a esta revolución no le cuesta ser no violenta, por eso los borrachos que irrumpen en las asambleas son reconvenidos con amabilidad, hasta con cariño… y funciona!! He visto a gente llegar en plan provocadores (no mossos d’esquadra, claro está) y terminar por sentarse en la asamblea e incluso participar… Por supuesto, no se trata de que sean ellas las que tengan estos comportamientos ejemplares ante una atónita masa de garrulos. No. Los hombres también nos comportamos así.
Esta feminización tiene muchas consecuencias admirables, pero destacaré estas dos. Primero, hace al movimiento mucho más simpático a ojos de la ciudadanía. La gente mayor, las amas de casa, mi madre… cuando ven fotos de los acampados y ven tantas chicas «se tranquilizan». Todo el mundo sabe que donde no hay mujeres las probabilidades de que el sentido común derrape son mayores. Segundo: hace el recurso a la violencia por parte del poder mucho más complicado. Ahí están las fotos de los mossos pegando a chicas, que polarizan mucho más a la población. Con franqueza, hay que tener alma fascista para no escandalizarse ante esto…
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Pero quiero recalcar que no soy biologista, sino todo lo contrario. Las mujeres y los hombres formamos dos culturas, dos tradiciones entrelazadas. Hay mujeres, como la señora Thatcher, que rompen cualquier estereotipo. No existe el determinismo biológico. Pero eso no significa que las categorías «masculino» y «femenino» dejen de ser útiles al explicar el comportamiento social. Lo son, para bien a veces, y para mal en otras ocasiones.
Hasta aquí todo puro y santo. Ahora viene la parte dialéctica y polémica.
¿Conocéis la hipótesis de Sapir-Whorf? Viene a decir que la lengua condiciona el pensamiento. En su forma débil es una obviedad. Se suele citar como ejemplo que los esquimales tienen una gran cantidad de palabras para denotar la nieve, porque deben poder reconocer muchos tipos de ella para poder sobrevivir. Claro. Si un concepto se lexicaliza, se vuelve más accesible al pensamiento. Quiero decir: es casi imposible razonar sobre un tema complejo sin el vocabulario apropiado.
La forma fuerte de la hipótesis de Sapir-Whorf explica que diferentes construcciones lingüísticas condicionan la manera de ver el mundo. Así, por ejemplo, el uso del masculino gramatical para denotar a una audiencia mixta de género induciría machismo en los hablantes y las hablantes. ¿Es cierto eso? Veamos la evidencia empírica.
El inglés es una lengua con una escasa distinción de género, a diferencia de las lenguas romances. En castellano políticamente correcto hay que decir «todos y todas vamos al congreso»; en inglés se dice «we all go to the parliament». Por lo tanto, si la hipótesis de Sapir-Whorf fuera cierta, los angloparlantes y las angloparlantes serían menos sexistas que los y las hispanohablantes. La evidencia nos dice que no es así. Un caso aún más obvio, el chino. Carece totalmente de distinción de género en la lengua hablada (y un mero apunte anecdótico en la escrita). ¿Es la cultura china menos sexista que la española? No lo creo.
El caso es que los hispanohablantes no asociamos el género gramatical al sexo. En castellano decimos «la flor» y «la leche», y habrá quien piense que es muy apropiado que esos sustantivos tengan género femenino. Pero en italiano, una lengua hermana de la nuestra, dicen «il fiore» e «il latte» (en masculino) y se quedan tan panchos. ¿Somos los italianos menos conscientes del origen de la leche? Creo que no. En castellano decimos «la polla» y «el coño», y nos quedamos tan anchos… El género gramatical sólo está asociado al sexo en un porcentaje pequeño de sus usos.
En un momento dado, algunas asambleas 15M se enfrentaron a un ataque de intolerancia lingüística. Afortunadamente, se han superado con éxito, aunque no sin dificultad. El pseudo-feminismo, junto con el nacionalismo, han sido siempre herramientas de división de la clase trabajadora, divide et impera. En la línea de «La vida de Brian», gran película, podríamos llamarlo el «efecto frente-popular-de-judea» (¡disidentes, disidentes!) En concreto, se dijo que el «lenguaje no inclusivo» (esto es, decir «todos» en lugar de «todos y todas») ejercía violencia sobre las mujeres. Gente muy válida y comprometida llegó a sentirse excluida en algún momento… por esta acusación. ¿Por qué no podemos hablar, al dirigirnos a toda la asamblea, como cuando hablamos entre nosotros? ¿Por qué se acusa de sexista a quien lo hace? Debido a la influencia que, supuesamente, ejerce la lengua en el pensamiento, la hipótesis de Sapir-Whorf. Una vez demostrada la inexistencia empírica de esta conexión, la acusación de violencia sexista resulta ridícula y corrosiva para el movimiento. Leed este texto, escrito por una mujer, que me llegó vía Alejandro y contiene un análisis mucho más en profundidad.
Además, ¿es «todos y todas» menos sexista que «todos» a secas? Imaginad una lengua L en la que, al hablar de una mezcla de personas blancas y negras la norma dictara que hay que decir «los blancos». E imaginad ahora a algún ilustrado que afirmara que todo lo que no fuera decir «los blancos y los negros» fuera violencia racista. ¿¡No sería mejor inventar la palabra «persona»!? «Todos y todas» atrae atención sobre la diferencia, que normalmente es irrelevante en el discurso en cuestión. Podemos, si queremos, si lo consideramos necesario, inventar el neutro en castellano. ¿Por qué no? «Vayamos todes al parlamento». «Les compañeres que lo deseen pueden venir con sus hijes». Se trataría de una posible reforma al mismo nivel que la propuesta por García Márquez de racionalización de la ortografía. No son problemas prioritarios, aunque a los poderosos les encantaría que nos lo pareciera.
Sexismo es que la conciliación de la vida familiar y laboral grave fundamentalmente a las mujeres. Sexismo es que no haya guarderías públicas. Sexismo es que las mujeres tengan que estar 5 kg por debajo de su peso ideal si quieren realizarse afectiva y sexualmente. Sexismo es inducir miedo a no salir sola por la noche. Sexismo es querer convencer a las chicas de que son «menos brillantes, pero más estudiosas» que los chicos. Mi vecino, usando un lenguaje muy inclusivo, me ilustró sobre la que a su entender era la naturaleza real de los impulsos que pueden llevar a una mujer a acampar en la Plaza Catalunya. Luchemos contra el sexismo real, por favor, y luchemos contra el efecto frente-popular-de-judea. Ah, y violencia son las fotos de arriba.
Educación, autoestima y revolución
Mi vecino está increíble. ¿A que no saben con qué me viene hoy? Pues que es normal que los acampados sean tan incívicos, viniendo de la ESO. Waw. Y eso, meses después de haberme acusado de ingenuo por pretender que se fuera a rebelar esta generación… de chicos de la ESO.
Le intento explicar, pero nada. Él sabe que he dado clases durante trece años, nueve en secundaria y cuatro en la universidad. Pero ya sabéis, hay tres temas que la gente como mi vecino arreglaría en tres patadas: la política, el fútbol y la educación. Y casi todas con métodos eucarísticos (i.e.: a hostias). Le intento explicar que, para mí, el peor problema del sistema educativo es el sistemático machaque de la autoestima de una generación de estudiantes.
¿Ha bajado el nivel educativo? Pues en promedio, creo que no. En algunas áreas, sí. Pero en inglés, por ejemplo, los chavales dan cien vueltas a mi generación. La FP ahora es una enseñanza seria, antes era un cachondeo. En matemáticas el cambio ha sido cualitativo: menos formalismo, más sentido práctico y resolución de problemas. En lengua, historia y filosofía, los muchachos tienen menos datos, pero los profesores ponen mucho más énfasis en su capacidad para razonar y poner sus ideas por escrito. Seamos entonces generosos con mi vecino: el sistema educativo puede haber reducido sus contenidos, digamos, entre un cinco y un diez por ciento. Aceptamos barco.
Pero la caída de autoestima de los estudiantes no ha sido proporcional. Los políticos y los medios se han cebado en esta generación, haciéndoles creer que la rebaja de contenidos era monumental, que no sabían hacer la «O» con un canuto. ¿Es casualidad? No, es un ataque sistemático, con objetivos políticos bien concretos… que ha terminado por fallar.
Todas las generaciones han intentado machacar a la que venía después, haciéndoles creer que valen menos. Es humano, es el miedo a que te supere gente más joven que tú. Mi generación, los nacidos en los 70, también tuvo que oír que éramos increíblemente incultos e incívicos. Mi profesor de filosofía de 3º de BUP nos hizo un test de «cultura general» que sólo aprobamos dos personas de mi clase, y nos mostró las gráficas de resultados desde hacía veinte años, para mostrarnos lo cenutrios que éramos. Pero nosotros sabíamos que éramos buenos. Ese test, le dijimos, estaba sesgado hacia conocimientos típicos de los estudiantes de otra época. Saber geografía no es conocer cuál es el tercer afluente del Duero por la izquierda, sino entender por qué las primeras civilizaciones surgieron en torno a los grandes ríos. Eso le dijimos, el hombre nos presentó batalla… y la perdió.
¿Por qué? Porque teníamos orgullo intelectual. Entonces ocurrió lo que nadie podía prever. El PSOE propuso una reforma educativa socialdemócrata que se gestionó (el PSOE y el PP) con criterios neoliberales (i.e.: sin un duro). Se metió a todos los muchachos con calzador en las aulas de los institutos… y se pretendió que el profesorado hiciera milagros. No contentos con eso, se comenzó una campaña de desprestigio de la calidad del sistema educativo, campaña que hizo más daño aún que la propia falta de dinero, porque los estudiantes, creyendo que sus estudios no sirven para nada… ¿por qué se van a esforzar? La aceptación social de la dificultad de los estudios es una fuente importantísima de motivación.
Imaginaos estudiando una asignatura difícil, y encima teniendo que escuchar que el nivel es bajísimo, que esto que te resulta tan duro, en realidad es elemental en comparación con lo que estudiaban tus padres y tus profesores a tu edad. Es normal que te sientas imbécil, desmotivado y que te sea más fácil aceptar lo que dicte la sociedad para ti con las orejas gachas. Al fin y al cabo, ellos saben más que yo, ¿no? Una generación sin autoestima intelectual es una generación gobernable.
Hace cinco años, eso no era un problema. Los muchachos se iban del instituto y encontraban trabajo a su misma puerta. Trabajos mal pagados, sí, pero si vives en casa de tus padres, ¿qué importa? Mientras mamá me lave la ropa hasta los 30… Por lo tanto, nadie se preocupaba por su autoestima intelectual, el diabólico plan de aborregamiento funcionaba.
Pero estiraron demasiado la cuerda, el paro juvenil subió hasta el 40%… y ha ocurrido lo impensable, la generación de la ESO ha despertado!! Y ahora tiene un motivo de orgullo: han montado una revolución pacífica, tranquila, organizada, bien gestionada. Llevamos ya un mes, y el número de episodios violentos es despreciable, a pesar de mil provocaciones. Las asambleas han producido y difundido miles de ideas interesantes… Con sus fallos, sí, pero seamos honestos: ¿quién imaginó tantísimos éxitos? Ya no es la generación de la ESO, sino la que acampó el 15M.
Paso ya de mi vecino… dedico este post a mis alumnos y ex-alumnos. Y quiero terminar con un consejo para mis compañeros profes. Decid a vuestros alumnos: «Esto es difícil, esta asignatura es dura, y no os voy a regalar nada. Pero lo vais a conseguir, porque sois buenos, y porque tenéis el mejor profesor».
Obviedades sobre la manipulación del 15M
Hoy tenía preparado un post sobre educación… pero los acontecimientos mandan, lo urgente no deja tiempo a lo importante, como decía Mafalda. He estado en la Ciudadela y he visto algunas de las cosas que han pasado. Y defiendo, ahora más que nunca, el movimiento 15M.
Las obviedades:
1.- Entre los manifestantes había infiltrados de la policía. Si a alguien le extraña (que lo dudo), puede ver las fotos, que abundan por la red. Estos infiltrados estaban cubiertos con braga militar, y eso causó la suspicacia de la gente. Los infiltrados han sido los que han comenzado los disturbios. Esto es algo más difícil de documentar, porque son profesionales… pero lo hemos visto todos.
2.- Este procedimiento de acusar de violentos a grupos que se manifiestan pacíficamente es tan viejo como la política. Lo recuerdo desde mis primeras manifestaciones en contra de la (primera) guerra del Golfo, en 1991. El «black bloc» infiltrado fue la enfermedad que terminó con los movimientos altermundialistas de los años 99 (Seattle) a 2001 (Génova).
3.- Ha sido un error político por parte de la asamblea el insistir en el bloqueo del Parlament, es obvio que esta vez no iban a dejarla pasar. Puig está feliz, y afirma que los acontecimientos le han dado la razón.
4.- El movimiento 15M es no-violento en un 100%, en decenas de asambleas y discusiones nadie ha apelado jamás al uso de la violencia.
5.- «Los indignados» no existen. No son un grupo social diferente, no son representantes de nada. Somos la gran mayoría de la población, que estamos hartos de esta clase política vendida al capital. No todos podemos salir a la calle a protestar, ni queremos formar un partido político, porque vamos mucho más allá.
6.- Ahora, más que nunca, es el momento de apoyar el movimiento 15M. Es el punto crítico. Hemos madurado muchísimo políticamente, como sociedad. Vamos a demostrar que no somos tan fáciles de manipular.
Nota añadida a posteriori: vídeo donde se muestra a los violentos, y cómo son escoltados por la policía ante las increpaciones de la gente. Los móviles hacen más difícil la manipulación…
Nota aún más a posteriori (16J, 19:30): el vídeo original desapareció, pero he encontrado otra copia.
Diferencias entre las personas y los quesos
Hoy me paso a la economía, me apetece hablar del empleo, la oferta y la demanda. De personas y quesos.
La diferencia básica entre la economía y otras ciencias: En física, luchamos contra el error. En economía, luchamos contra la mentira. Quiero hablaros de una de las mentiras más extendidas, y también de las más fáciles de rebatir.
El pacto del euro, junto con todos los popes en economía, propone reducir los costes laborales para terminar con el desempleo. ¿Cuál es la lógica? La ley de la oferta y la demanda. Cuanto menor sea el coste laboral, mayor será el número de trabajadores contratados. En general, si el precio de cualquier producto disminuye, la demanda aumenta y la oferta disminuye.
Pero el trabajo no es un producto cualquiera. La ley de la oferta y la demanda afecta, en mayor o menor medida, a otros productos, pero no al trabajo. Si disminuye el precio del queso manchego, algunos consumidores comerán más queso manchego (más demanda) y algunos comerciantes se pasarán a otros negocios (menos oferta). Pero con el trabajo no ocurre lo mismo, ¿por qué? Porque los trabajadores, a diferencia del queso manchego, también somos consumidores.
Hay mucha gente que no trabaja ni busca trabajo, estando en edad de hacerlo. Puede ser porque está estudiando, o porque ha decidido quedarse unos años en casa para cuidar de su prole, o porque prepara oposiciones o está esperando una oferta laboral de calidad. Si disminuye el precio del trabajo, los ingresos domésticos se reducen, y algunas de esas personas se verán obligadas a llevar al mercado su fuerza de trabajo… El precio disminuye y la oferta aumenta. Hala. Es como si, al disminuir el precio del queso manchego, más gente se animara a fabricarlo.
Pero esto va más allá. Si el precio del trabajo disminuye, los ingresos domésticos disminuyen, y con ellos la capacidad de compra. Por tanto, algunas empresas tendrán que disminuir su volumen de negocio, o incluso pueden tener que cerrar… pasando a requerir menos mano de obra. El precio disminuye y… ¡la demanda disminuye! Como si, por bajar el precio del queso manchego, la gente dejara de poder permitírselo.
Cada empresario tiene un sueño, que no se puede realizar colectivamente: pagar sueldos ridículos mientras los demás pagan sueldos fabulosos. ¿Cuándo sería cierto que el descenso del precio del trabajo aumentaría la demanda? Sólo si los trabajadores no fueran al mismo tiempo los consumidores de los productos que crean. Es decir, en una economía bananera de exportación. ¿Queremos eso para Europa?
…Ains. Si echáis de menos a mi vecino de arriba, sabed que pasamos por una etapa en la que nos hablamos poco. Estoy con pocas ganas de peleas. Pero volveré a verle, porque hay una fuerza superior a mí que a ello me compele. Id est: me gusta su hija.
Democracia y/o capitalismo
¿Es el capitalismo compatible con la democracia?
El mito más relevante para comprender el siglo XX fue éste: el capitalismo y la democracia son la misma cosa. ¿Lo son?
Capitalismo significa que los medios de producción (fábricas, granjas, etc.) son de propiedad privada, y sus dueños obtienen de ellos un beneficio. Por lo tanto, los humanos nos dividimos en dos categorías: los que poseen medios de producción y los que trabajan para ellos. Capitalistas y trabajadores. Por supuesto, hay capitalistas que trabajan mucho, y trabajadores que ganan mucho dinero (p.ej., futbolistas). Pero eso no quita la distinción esencial: unos son dueños y otros no. Unos toman decisiones; los otros, no.
Democracia, etimológicamente, significa gobierno del pueblo. Decimos que un sistema político es democrático si, ante una toma de decisión social, todas las personas involucradas tienen el mismo peso. En la decisión misma, y también en el proceso de elaboración de propuestas y discusión. La democracia puede ser aguada mediante la delegación en representantes electos, o puede ser directa.
Cuando el consejo de administración de Telefónica decide realizar un expediente de regulación de empleo (ERE), aun teniendo beneficios, estamos ante un ejemplo de toma de decisiones capitalista. Los dueños de la empresa ejecutan una acción ampliamente mal vista por la ciudadanía. Capitalismo y democracia no son lo mismo, en términos genéricos. Y, en concreto, en la etapa que vivimos, son muchas veces contrapuestos.
¿Qué papel juega el estado en todo este esquema? El estado puede ser democrático o puede no serlo, como cualquier otra institución social. El estado no es más que la organización social que detenta el monopolio de la violencia sobre un territorio. Por motivos históricos, el estado en los países occidentales es la institución más cercana a la democracia, ya que sus representantes están sometidos a sufragio. Pero, a la hora de tomar una decisión, ¿cómo actúan estos representantes? ¿A quién sirve el estado?
La reciente crisis ha hecho aún más evidente la brecha existente entre el estado, las elecciones y el pueblo, entre capitalismo y democracia. Una amplia mayoría de la población está en contra de los rescates bancarios que han arruinado el país. Una amplia mayoría
estaría en contra de la sistemática bajada de impuestos a las clases altas… si fueran conscientes de ello. Pero los dos partidos con posibilidades de gobernar están de acuerdo en la conveniencia de ambas medidas, pese a quien pese.
Pero, si hay muchos más trabajadores que capitalistas en la sociedad, ¿cómo es posible que el estado, elegido de forma democrática, beneficie a éstos sistemáticamente? Fácil: porque no existe ninguna toma de decisiones democrática, la lucha de partidos es mera apariencia. Toda la toma de decisiones se realiza de modo capitalista, el estado es parte de ella. Un sistema económico es un todo, no puede funcionar por partes durante mucho tiempo. El día que la toma de decisiones social sea democrática, será el final del capitalismo… a no ser que éste esté suficientemente fuerte. En ese caso, simplemente la aplastará.
Los capitalistas y los estados, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta los años 70-80 fueron suficientemente inteligentes como para garantizar el incremento continuado del nivel de vida de la clase trabajadora en los países occidentales… pero su victoria sobre el
movimiento obrero en mayo del 68 y la caída de la URSS les dieron alas, se creen invencibles, se han vuelto cada vez más osados. Y se acerca el final del mundo que crearon. Su hubris les va a destruir.
Y si esto es así, ¿por qué Marx, o los padres de la lucha obrera, jamás pusieron su énfasis en la democracia? Sencillo. La democracia representativa, como sabían, es muy fácil de manipular. La democracia directa era imposible de implementar en su época. Marx, al final,
tenía razón: el telar manual, da origen al feudalismo; el telar mecánico, al capitalismo. E internet, a la democracia real.